domingo, 27 de septiembre de 2009

Platón y los poetas en Rosario

XVII Festival Internacional de Poesía de Rosario
Domingo 27 de Septiembre de 2009 Por Fabián Soberón - Para LA GACETA - Tucumán

Entre el 15 y el 19 de septiembre se realizó en Rosario el XVII Festival Internacional de Poesía. Con una asistencia de público notable, 60 poetas de diferentes nacionalidades participaron de lecturas, entrevistas y mesas paneles en espacios como la cárcel, las escuelas públicas y los centros culturales. El Festival contó con la asistencia de José Kozer (Cuba), Tomi Kontio (Finlandia), Chus Pato (España), Nikola Richter (Alemania), Alan Mills (Guatemala), Kurt de Boodt (Bélgica), Lito Pessolani (Paraguay), Roberto Appratto (Uruguay), Diana Bellesi (Bs As), Ernesto Lumbreras (México) y Juana Bignozzi (Bs. As.). A la par de los consagrados, fueron invitados poetas jóvenes de las diferentes regiones del país: Marcelo Ahumada (Catamarca), Ariel Williams (Puerto Madryn), Meliza Ortiz (Jujuy), Alejo Carbonell (Entre Ríos), Marcelo Dughetti (Córdoba), Cecilia Pavón (Mendoza) y Denise León (Tucumán), entre otros. El encuentro reunió a poetas destacados, recuperó a los olvidados e invitó a los jóvenes que renuevan la escena local y nacional. En ese sentido, cubrió las dimensiones del tiempo: fue un mapa del presente, una muestra del pasado y una nota anticipatoria del futuro.
El Festival rindió un homenaje a Francisco Urondo. Dos mesas paneles, una muestra fotográfica y un libro conformaron los hitos que evocaron al poeta. De especial interés es el libro, editado por Mansalva, Veinte años de poesía argentina y otros ensayos. Reúne ensayos, artículos y notas inhallables de Francisco Urondo. Entre ellos, escritos apologéticos de Oliverio Girondo, Juan L. Ortiz y Macedonio Fernández, tres figuras claves en su formación intelectual. La poesía contemporánea, como sucede con otras disciplinas desde el surgimiento del arte moderno, se apropia de otros lenguajes. El Festival propuso una zona sobre el cruce de disciplinas. Hubo proyecciones de películas y la actuación de músicos y poetas como Rosario Bléfari. Daniel Durand dictó clases gratuitas sobre el género y hubo un espacio de intercambio entre los escritores y los niños. Además, un corredor del Centro Cultural Parque de España albergó una feria de libros con editoriales independientes como Vox (Bahía Blanca), Bajo la luna (Bs. As.) Mansalva (Bs. As.), Recovecos (Córdoba) y la editorial de la Municipalidad de Rosario.
En un pasaje célebre de la República, Platón expulsó, por razones filosóficas, a los poetas. En el Festival Internacional de Poesía de Rosario ocurrió lo contrario. Los poetas invadieron la ciudad y ningún filósofo protestó. La cárcel, los centros culturales, los patios amplios de las escuelas, las calles y los salones se llenaron con las voces y los textos impulsados por el júbilo desenfrenado de los poetas. En este caso, Platón no tuvo razón: los poetas y sus poemas no frenaron el avance de la sociedad. La felicidad y la vorágine invisible de la poesía mejoraron, por esos días, la ciudad.© LA GACETA

Fabián Soberón - Escritor y docente de la UNT. Publicó "La conferencia de Einstein" y "Vidas breves". Fue finalista del Premio Clarín deCuento 2008.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Leer a Cortázar

Domingo 14 de Junio de 2009 Por Fabián Soberón - PARA LA GACETA - TUCUMAN

Hacia 1977, en una entrevista realizada por la televisión española, Cortázar declaró, asombrado, que su novela Rayuela era leída copiosamente por los jóvenes de los países latinoamericanos. En la misma entrevista dijo que adhería a la causa revolucionaria y que estaba interesado en que su literatura reflejara esa búsqueda en la política. Era evidente, por esos años, que los jóvenes entusiastas que lo leían asociaban las aventuras de la Maga a la rebeldía política y la lucha contra la burguesía.Veinticinco años después de su muerte, Cortázar sigue siendo un autor central para la literatura argentina. Antes fue referente de aquella generación que politizó la literatura. Hoy, los lectores y escritores han modificado los modos de leer y percibir su obra. Roberto Bolaño publicó Los detectives salvajes en 1998. La novela manifiesta una clara influencia cortazariana. Al leer los avatares de Belano, el lector detecta una vuelta de tuerca a las propuestas de Cortázar. La huella en la novela del chileno no se vincula con las investigaciones politizadas de Cortázar ni con la ingenua experimentación verbal. Bolaño toma como modelo y como contrapunto para su novela, en todo caso, el cruce entre el humor, las discusiones teóricas y las aventuras laberínticas de los personajes. El propio Bolaño ha declarado su deuda con Cortázar.Eduardo Berti, en un ensayo reciente, escribió que “en los últimos años se ha instalado la opinión de que las novelas de Cortázar no han envejecido de forma tan digna o saludable como su obra cuentística”. Aunque Berti no comparte la idea, creo que esa opinión se ha extendido a una zona importante de la crítica y de los escritores argentinos. Si pensamos en los lectores no especializados, la obra de Cortázar sigue motivando adhesiones fervorosas. Jóvenes y adultos frecuentan sus páginas y encuentran en su obra un motivo de felicidad. Pero al menos una parte de esos lectores entiende hoy que sus cuentos -antes que las novelas- son una entrada inmejorable a su obra. Prefieren los cuentos de Bestiario antes que las novelas Los premios o El Libro de Manuel.Creo que la efervescencia por Rayuela ha disminuido. Sólo quedan los rayos de ese pasado fulgor. Rayuela ya no es el único modelo de novela o de antinovela para los lectores de nuestro tiempo. Cuando se publicó, el “Tablero de dirección” fue leído como una innovación ejemplar. Hoy esa pretendida libertad es percibida como un mero alarde o un sonoro totalitarismo. Clásico, escribió Borges, es un libro que eligen progresivamente las sucesivas generaciones de lectores. A pesar de los vaivenes en los modos de apropiación, la obra de Cortázar pervive en la memoria de los lectores. Y sus luces y sombras laten de modo diverso en el presente de la literatura.© LA GACETA

El escritor que inventó una ciudad

LA GACETA Literaria
Domingo 13 de Septiembre de 2009 Ensayo: "Naufragios en mar y tarco en flor", Isabel Aráoz. Facultad de Filosofía y Letras, UNT, Tucumán. Por Fabián Soberón.

El hombre está sentado y pasa las hojas sepias del gran cuaderno de bitácora. Saca una pipa y lanza la primera bocanada de la tarde. El inmenso azul del mar murmura entre los engranajes precisos de las máquinas. Piensa en los relojes diminutos de la sala. Controla, paciente y solo, las reglas antiguas. Hace días que un pensamiento atraviesa su memoria. Está obsesionado con un capítulo de la novela. Hugo Foguet se levanta de la silla. Se para al lado de la ventana. Mira el azul por enésima vez. Recorre, en su mente, las olas blancas y las calles de todas las ciudades del mundo. Pero hay una que no lo deja dormir. Y no sabe que las páginas de su libro serán las calles de un jardín tropical. Esta escena sitúa al escritor Hugo Foguet en la sala de máquinas, el lugar del barco en el que anotaba, obsesivamente, sus borradores. Allí escribió las páginas de Pretérito perfecto. Allí pensó las líneas sinuosas de sus poemas y los párrafos barrocos de sus cuentos.

Una obra ejemplar
Hugo Foguet, el "flaneur de mer", nació y murió en Tucumán. Y dejó tres libros de cuentos, dos novelas y un libro de poemas. Esa obra, intensa y vasta, es el objeto de estudio de la Licenciada Isabel Aráoz, quien recorre, con pericia, toda la obra publicada: los cuentos de Hay una isla para usted, El advenimiento de la bomba, Convergencias, los poemas de Naufragios y las novelas Frente al mar de Timor y Pretérito perfecto. Y el recorrido da como resultado un estudio documentado, erudito e imprescindible.Hasta el momento se habían publicado múltiples ensayos aislados que daban una visión parcial de la obra de Foguet. Uno de los méritos del trabajo de Aráoz es estudiar la obra conjunta. Aráoz no sólo indaga, de manera detallada, cada pieza del escritor sino que brinda una visión general. El libro de Aráoz es necesario. Ubica al tucumano entre los escritores de provincia que han trascendido: Moyano, Tizón, Juan José Hernández y Tomás Eloy Martínez. Y muestra que Foguet ha escrito una obra ejemplar por fuera de las reglas del puerto. Aráoz consigna que el fervor que despertó la obra de Foguet durante su vida se apagó después de su muerte. Hoy circula, secretamente, por bares, cafés y encuentros literarios. Muy pocos lo leen. Hugo Foguet es un escritor de culto: es más un nombre y una sombra que una obra que circula. Esperemos que el libro de Aráoz contribuya a quitar el velo de olvido que le han impuesto, acaso caprichosamente, las historias de la literatura publicadas en Buenos Aires.© LA GACETA