lunes, 15 de diciembre de 2008

Notas sobre Gramática de la sombra
de Jorge Consiglio
1
Gramática de la sombra es un fascinante tratado sobre el escepticismo. O mejor: es un seductor tratado sobre la esperanza y el escepticismo, que acaso son lo mismo. No ha sido escrito bajo las formas canónicas. Alberga, en sus muchas páginas, precisas afirmaciones sobre la vida, la esperanza, la muerte y la felicidad.

2
Algunas afirmaciones sobre la espera:
Opina Raimondi: “Dicen los que saben que es mucho mejor no tener esperanza, que ganarla y después perderla.”
Comenta Lezcano: “Repetimos las mismas cosas con el solo propósito de que el otro nos entienda, nos dé una respuesta apropiada, pero es imposible, nadie la tiene.”

3
Lezcano, un cirujano que ha perdido a su esposa, debe ordenar el caos de su vida. Y recurre, para ello, a múltiples ritos: el encuentro con las hormigas (y las reflexiones sobre las hormigas), la charla con los pacientes, el trabajo solitario, el descanso. Dos hombres, Abadi y su jefe Raimondi, intentarán ayudarlo en su triste tarea.
Abadi es una especie de filósofo de lo cotidiano. Apela a sus recuerdos y a los dichos de la gente. Entre sus afirmaciones, hay una que lo aproxima, insospechadamente, a Heráclito: “¿Quién se le anima a la pausa si hasta la misma noche es movimiento?
Raimondi es un severo hombre práctico que desea ayudarlo en el duelo. Opina Raimondi: “Mi teoría es sencilla: un clavo saca a otro clavo.”
Pero ni uno ni otro podrán sacarlo de la imparable trampa que le tiende la memoria. Lezcano cree en la eficacia de un método inverso al olvido. Piensa que debe recordar hasta los mínimos detalles de su vida con Clara. Quizás así, piensa el médico, logrará algún día, por el recurso al absurdo, salir de la atroz fatiga del recuerdo.

Un día descubre, casualmente, dos cartas. Una, de la madre de una vecina; la otra, de un tal Devic. Las cartas funcionan como disparadores de enigmas: ¿Por qué dicen lo que dicen las cartas? ¿A qué se debe el odio de Devic?
Lezcano no se queda solo con las preguntas. Averigua, a través de los rapaces comentarios de Orfidia, ciertos rasgos de la vecina. Y un día cualquiera, el médico descubre la figura de Julia a través de la ventana de su departamento. A partir de ese momento, Lezcano será el perfecto voyeur insospechado. Vigila las actividades de Julia, las entradas y las salidas. Inesperadamente, tras conseguir un juego de llaves del departamento de Julia, hace unas copias. Entra al departamento y se instala en la cama. Se duerme. Más tarde, Julia llega y lo descubre. Después de una pelea y de la larga conversación, Lezcano cree encontrar en ella la salvación.

4
Lezcano está obsesionado con Julia. La observa desde su ventana. Después de conocerla, le dice a propósito de su pelo: “parece un humo rojo.”


5
Gramática de la sombra propone una taxonomía de las hormigas. Las hormigas y los gatos sufren menos que los hombres. Los animales aceptan la muerte mejor que los hombres. El gato “no se preocupa por el porvenir.” “Las hormigas no tienen curiosidad pero si avidez. A diferencia del género humano son más propensas a la voluptuosidad que al dolor.”

6
La novela comienza con dos epígrafes. Ninguna de las citas es caprichosa. Menos aún la de Mauricio Maeterlinck. La novela examina el comportamiento de las hormigas menos con el interés del etnólogo que con la suspicacia y la pericia del escritor.

7
En la galería de personajes, Gramática de la sombra encuentra no sólo los diferentes perfiles del hombre sino también los múltiples relatos. Están la historia del padre de Lezcano, del enojo de la paraguaya, de la difícil infancia del Piraña Castellanos, de la desventura de la madre del Piraña, del alemán Shultz y su hija Erika. Sin embargo, esta enumeración de relatos no puede dar cuenta de la prosa minuciosa y precisa que describe los acontecimientos. Consiglio continua la tradición de Ezra Pound: “il miglior fabro.”

8
Con los días, Lezcano accede a los velados pedidos de Julia. Se acerca a un barrio para trabajar en un dispensario comunitario. Así conoce al “Piraña” Castellanos, un rudo hombre con afinidades comunistas. Castellanos propone organizar una fiesta para reunir fondos para el dispensario. Lezcano no solo accede sino que, además, se convierte en el oculto tesorero de los beneficios del baile.
Con los meses, Lezcano y Julia se desentienden. Lezcano decide alejarse unos días y en ese tiempo aparece Devic. Devic comete un acto irremediable. A partir de ese instante, Lezcano siente que su vida corre peligro y le pide a Abadi que lo ayude en su nuevo plan.
Ni Lezcano ni el lector conocen la causa de los hechos. En el trayecto de la fuga, un curioso enano le contará al desesperado médico, acaso extrañamente, el destino de Julia. Más adelante, en una noche de alcohol y confesiones, el patrón del lugar le pide a Lezcano y a Abadi que lleven a su pobre hijo con deficiencias mentales hasta un lugar. Al día siguiente, después de la rutina de la mañana, Abadi y el médico salen. Cuando van en la ruta, Abadi siente la determinación de la naturaleza en su estómago: debe ir urgente al baño. Tras la desaparición momentánea de su amigo, Lezcano le propone al joven que monten en los caballos que lleva Abadi en la camioneta.
Lezcano y el joven enfermo mental montan los animales y se pierden en la llanura. Dice el narrador: “Al cruzar la ruta, el médico se confortó con dos ideas: una, que la vida no era gran cosa; la otra, que ni la barbarie más grande consigue alterar el universo.”
Siguiendo el tono de toda la novela, el narrador le atribuye a Lezcano dos convicciones. El lector se pregunta cuál es la que entrega menos dolor. Y cierra el libro sin saber la respuesta a la pregunta.


Fabián Soberón
Octubre de 2008

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