jueves, 15 de julio de 2010

ESCENAS

Por Fabián Soberón
Para LA GACETA - Tucumán
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Evoco cuatro escenas que funcionan como boceto del pasado cultural de la provincia: el arribo de Paul Groussac, la visita de Duke Ellington en 1968, la vida clandestina de Adolf Eichmann en el sur de la provincia y las reuniones prolíficas del grupo La Carpa. Estas escenas condensan gestos y matices contradictorios de la visión del mundo de los tucumanos: el nazi que es admitido como ciudadano común sin objeciones, el intelectual francés elogiado como foco mental de la región, el músico popular de Estados Unidos escuchado como culto en estas tierras y el grupo irreverente de poetas que inventaron una manera de hacer arte. Esas escenas no son menores pero tampoco representan la totalidad de la cultura. Sin embargo, son sintomáticas. Dicen algo sobre la complejidad de una mentalidad, sobre las tensiones que integran la identidad cultural. Creo que habría que pensar de qué modo conviven en nuestra provincia esas escenas, de qué manera se amalgaman tendencias opuestas.¿Cómo se construye una cultura? ¿Una cultura es la mera acumulación de hombres y obras o es la extraña y subterránea fusión de odios y producciones exquisitas, melodías y adhesiones fervorosas, folklore y vanguardia apasionada? Evidentemente los tucumanos amamos y odiamos los mismos objetos. Esa compleja trama está formada por el ideal de Bussi y del malevo Ferreyra como encarnaciones del macho defensor de la tribu y la refinada improvisación de los músicos de jazz de la provincia. Aquí, entre los cerros y el olor de los azahares, se han cultivado el azúcar y la "sacarofobia", el rock y la música de Stravinsky. La provincia ha sido testigo de la violación de los derechos humanos y de la escritura de una novela joyceana cuyo autor es un erudito marino trotamundos.

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En Tucumán hay una tradición cultural frondosa. Prueba de esto es la vigencia de historiadores disímiles y complementarios como Roberto Pucci y Carlos Páez de la Torre (h); la destacada obra de los pensadores Genie Valentié y Hernán Zucchi; la expansión del psicoanálisis; la profusa labor de fotógrafos y científicos; la música de Mercedes Sosa, "Pato" Gentilini, Alberto Rojo y los intérpretes notables de la orquesta sinfónica; las obras narrativas de Hugo Foguet, Dardo Nofal, Samuel Schkolnik, Juan José Hernández y el único escritor que ha obtenido trascendencia internacional: Tomás Eloy Martínez; la sostenida producción poética de Inés Aráoz, Arturo Alvarez Sosa y la de jóvenes como Javier Foguet, Pablo Dumit, Myriam Leal y Denise León; las obras artísticas de Lino Enea Spilimbergo, Ezequiel Linares y la de jóvenes como Leonel Marchesi, Norma Juárez y Sandro Pereyra; las películas de un director emblemático: Gerardo Vallejo; las producciones teatrales de Oscar Quiroga y Víctor García.Es un lugar común decir que Tucumán es el foco cultural del norte. Quizás hoy esta afirmación deba ser matizada. Habría que preguntarse si es que se puede hablar de región en términos culturales y si acaso Tucumán sigue siendo el foco. Miro con escepticismo la idea de región y tengo para mí que la provincia no mantiene el pasado esplendor.

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Juan Bautista Alberdi escribió que la Argentina pasó del coloniaje de España al coloniaje de Buenos Aires. El puerto se convirtió en la metrópoli y las provincias en las colonias. Esta situación se mantiene hoy y genera un prejuicio acerca de la valoración de la producción cultural en las provincias. Es interesante pensar de qué modo conviven la vasta tradición de bienes culturales y la tendencia mezquina de menosprecio hacia lo local. Habría que evaluar de qué manera podemos inclinar la balanza hacia el platillo de la justa valoración.Termino con algunas preguntas. Si hoy estamos en condiciones de ver y analizar las escenas que definieron nuestra tradición: ¿cuáles serán las escenas que condensarán la cultura en el futuro? ¿De qué manera se cruzará la tradición y la modernidad (o la posmodernidad) en nuestras producciones?

© LA GACETA

Fabián Soberón - Nació en 1973. Es escritor, docente de la UNT y director de la revista cultural "1300 kilómetros". Publicó "La conferencia de Einstein" y "Vidas breves". Fue finalista del premio "Clarín" de cuento 2008.

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